Buuuuuuuuu

 Publicada originalmente el 10 de abril del 2025.

Imagen tomada de https://acortar.link/bV7hGU



Si hay algo que todos los pueblos poseen en común, es su capacidad para creer en lo sobrenatural y extraordinario, aquello que nos llega a causar asombro, temor, pánico y miedo irracional.

    Existen mitos y leyendas para dar y convidar. Para muchos de nosotros no son extrañas las historias de la llorona, el silbón, el cura sin cabeza, la patasola, el sombrerón, los vampiros, momias y hombres lobos, o criaturas fabulosas como los dragones o el monstruo del lago Ness.

    Recuerdo que cuando era niño, en casa tuvimos nuestra propia dosis de amenazas sobrenaturales, como aquella de "a los niños que se portan mal se los lleva el diablo" o una más célebre, cuando me dijo mi madre "siga jodiendo y verá que se lo lleva el loco del costal".

    La cosa tomó un cariz algo más trascendental unos días después de esta sentencia, una noche en que se fue la luz en el sector donde habitábamos, razón por la cual nos alumbrábamos con una vela, y en esas estábamos cuando golpearon a la puerta. 

- ¿Quién es"? - preguntó mi madre, a lo que le respondió una voz gruesa desde la calle.

- "¿Señora, no tiene por ahí algún niño que me regale?

- Vio - dijo mi madre - ahí llegó el loco del costal por usted.

    El susto que sentí fue monumental, lloré a moco tendido, pero a mi madre no se le ocurrió entregarme.

- No señor, aquí no hay niños.

    Jamás se supo quién fue el funesto personaje que llegó tocando la puerta. De hecho, esta historia la mantuve enterrada en mis recuerdos y apenas vino a surgir esta semana a raíz de una conversación que tuve con un amigo que poco cree en lo sobrenatural, pero que, valiéndose de eso, una vez le dio una lección inolvidable a un sobrino suyo. Aquí el relato.

    En algún pueblo de nuestra bella costa, permeado por las leyendas propias de la ruralidad, vivía una madre, la cual sufría mucho por la forma grosera en que la trataba uno de sus hijos. Ella, recordando su propia crianza, siempre le insistía que no fuera grosero, porque "el diablo te va a llevar un día de estos por mal portado", a lo que el aludido hacía oídos sordos.

    El pueblo en cuestión no contaba con electricidad para la época de este relato, razón por la cual, sus habitantes tenían que alumbrarse con lámparas de petróleo. Mi amigo y un hermano, cansados de ver los malos tratos del sobrino para con su madre, quisieron darle un escarmiento sin decirle nada a la hermana. 

    Así las cosas, cierta noche en la que el joven andaba otra vez con su rabieta, recibió nuevamente la sentencia perentoria de su progenitora, momento en el cual los dos hermanos, apagaron la lámpara y en silencio y a una velocidad asombrosa, le pusieron un costal al joven, lo amarraron y lo cargaron monte adentro por espacio de media hora sin pronunciar palabra alguna, mientras el joven se deshacía en lamentos: "Ay Dios, ay, Dios, quien es, qué me hacen".

    Llegados a cierto punto, lo descargaron y emprendieron el regreso al hogar. Pasado un rato más, el joven llegó muerto del susto "Mamá, me llevó el diablo, mamá, perdóneme, yo no me vuelvo a portar mal". Dice mi amigo que hasta el sol de hoy no ha conocido hijo mejor portado y que todavía cree que no es momento de contar esta historia a su sobrino.

    En lo personal, creo que hay cosas que no entendemos del todo en la naturaleza, como también creo en la lucha constante entre el bien y el mal, y la dualidad que nos alberga a los seres humanos para elegir entre esas tendencias. A lo largo de mi vida, he tenido sensaciones extrañas que se podrían equiparar con fenómenos paranormales, como la vez en que, junto a otras tres personas, vimos una figura un tanto brillante, al que reconocimos como un vecino de nuestra casa, pero, así como lo vimos, desapareció repentinamente, sin que pudiéramos explicarnos cómo pasó.

    Dicen que las brujas no existen, pero de que las hay, las hay. De ahí la importancia que cobra la literatura, la cual nos da la oportunidad de conocer otros mundos y otras "realidades". Es otra de las cosas maravillosas de la mente y el ingenio humano; los mitos y las leyendas buscan darle sentido a cosas que no siempre entendemos, ya sean situaciones o personajes en particular y es precisamente esa búsqueda de sentido una manera de coexistir con nuestro mundo y nuestro entorno. Por fortuna, todavía queda mucho por entender y descubrir, mientras tanto, disfrutemos la vida, las historias, los relatos y los libros que los contienen.

 

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