Cuando la generosidad se muestra

 


     Saludos a todos, espero que se encuentren muy bien. Una vez más, sean bienvenidos a este nuevo espacio de "La letra itinerante".

    Como les conté la semana pasada, estuve pasando la información a este nuevo espacio, cosa que me llevó un buen rato, porque resultó ser bastante.

    El nuevo logo que acompañará las publicaciones, fue obra de mi nieta Nicoll Avendaño Sánchez, a quien le expreso nuevamente mis agradecimientos.

    En las entradas encontrarán una nota de encabezado que da cuenta de cuando se publicó por primera vez el escrito.

   En la sección etiquetas, van a encontrar las categorías de las publicaciones, así como las agrupadas por años. Espero contar una vez más con su participación en este espacio, así como que disfruten de lo que les cuento en mis letras. Agradeceré como siempre sus opiniones y comentarios. Ahora sí, el tema de hoy.


    La semana pasada, nuestra hija mayor se estaba desplazando a su lugar de residencia, cuando de un momento a otro sintió algo extraño en su moto que, dicho sea de paso, le ha sacado bastantes canas, a pesar de haberla adquirido nueva de concesionario.

      Como pueden aprecia en la imagen que encabeza esta letra, una de las tapas laterales estaba suelta y según lo que nos contó, sintió que algunos tornillos se cayeron, como si se hubieran reventado. Un transeúnte la auxilió, miró la moto por debajo y le dijo que el chasís estaba reventado en dos puntos distintos y que así no se podría movilizar. Ahí se le cayó el alma al piso. Nos llamó muy preocupada en procura de que le ayudáramos con una motogrúa, cosa que hicimos, y al cabo de un poco más de una hora el automotor arribó a donde la íbamos a dejar temporalmente, la casa de una cuñada.

      Fueron necesarias cuatro personas para bajarla de la grúa, porque literal, la moto estaba partida en dos. El señor que le hizo el transporte a mi hija, le dijo que ese tipo de arreglo podría salir bastante costoso, bajita la mano casi el millón, situación aún más estresante para todos. Esto ocurrió un sábado, y según las previsiones, solamente hasta el miércoles siguiente se podría procurar hacer el arreglo, para lo cual se requeriría otro transporte en grúa.

       En ese hogar se encuentra Un sobrino político de mi esposa, Nandito, a quien cariñosamente le decimos MacGyver, por las capacidades y versatilidades que posee, ya que le hace a todo: plomería, albañilería, ornamentación, electricidad, pintura, mejor dicho, persona de muchos talentos, quien, sin pensarlo dos veces, revisó el daño y dijo que podía hacer el arreglo, mismo que tuvo que aplazar hasta el día siguiente por falta de un tubo para poner de refuerzo en el chasís.

 Así las cosas, muy de mañana el domingo, se dirigió a un almacén de cadena para poder comprar el tubo faltante para realizar el refuerzo, por lo que tuvo que desarmar la moto en su totalidad. En estas líneas ya se nota cómo iba quedando el arreglo.    

Y así quedó la reparación, después de un buen tiempo de dedicación, con la correspondiente armada final, y no contento con eso, en compañía de su pareja y el apoyo de dos amigas, le llevó la moto a nuestra hija hasta su lugar de residencia, distante varios kilómetros del lugar donde se hizo el arreglo.

     Sobra decir que la gratitud que sentimos fue inmensa, de hecho, nos pidió que solamente se le cancelara el importe de los materiales, pero conscientes de su esfuerzo y dedicación, se le dio un cariñito adicional, dado que el trabajador tiene derecho a su salario y además, sacó a nuestra hija de un gran apuro, porque no se tenía certeza de en qué momento pudiera haber hecho el arreglo.

       Hoy, estas líneas son, no solo para Nandito, sino para todas aquellas personas que, de manera desinteresada, ponen sus dones y talentos al servicio de sus semejantes, muchas veces sin esperar nada a cambio, dando cumplimiento a aquel dicho que dice que  " cuando Dios no está, manda el angelito". 

     Ojalá pudiéramos todos entrar en esta categoría de servicio, seguramente así lograríamos construir una sociedad más justa y ecuánime, generosa, servicial y agradecida. No digo que no hagamos cosas, seguramente muchos de nosotros procuramos servir en lo que esté a nuestro alcance. Mi comentario va más enfocado a aquellos que posiblemente se quedan cortos a la hora de servir, son actitudes de vida que requieren ser impulsadas y por sobre todo valen la penas expresar en procura de una mejor sintonía con nuestros semejantes. Un abrazo y hasta la próxima letra.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sutil cambio, misma esencia