De cómo se siente ser leído
Publicada originalmente el 26 de abril del 2024.
Hace algunos días les conté acerca de la oportunidad que me otorgaron algunos integrantes del equipo de trabajo de la Biblioteca Central Carlos Gaviria Días en la Universidad de Antioquia, para hacer parte de la iniciativa Libros Humanos, un espacio pensado para la promoción de la lectura, con el particular de que, en vez de leer libros, se leen personas.
Quienes me han venido leyendo, saben que escribo de todo un poco, y así como cuento mis pareceres frente al tráfico ciudadano, también menciono vivencias en familia o gustos literarios, así que lo siguiente que debí hacer fue una clasificación de contenidos para poderlos agrupar, situación que me sirvió además para poner un poco más de orden en lo que hago.
Hecha ya la clasificación, empecé a ver las opciones para seleccionar los relatos, y debo decir que esto me resultó difícil, porque cada escrito mío es una parte de mí, una manera en que me relaciono con el mundo, un conjunto de ideas y pensamientos que pongo al recaudo de quienes me leen, sin embargo, había que hacer la distinción y seleccionar, ya que no era posible leer todo en el lapso que íbamos a tener en el evento.
Las seleccionadas fueron Gracias ¡Mucha gracia! y Milagro de Año Nuevo, versión libre de una historia real . La primera, una anécdota derivada de una experiencia siendo lector y la segunda un relato tipo cuento inspirado en un hecho real, dicho sea de paso, solo hasta el día anterior al evento logré definir qué quería compartir en la experiencia.
Y se llegó el día. El 23 de abril, estuve en la biblioteca poco después de las 9:00 am, me dirigí al tercer piso, saludé a dos queridos colegas que trabajan allá y me tomé mi primer tinto del día en el espacio dispuesto para los libros mientras se llegaba el momento. Poco a poco empezaron a llegar otros libros, nos dimos los saludos de rigor, pero cada uno estaba enfocado en su preparación personal.
A las 10:10 am, se dio inicio con un sencillo acto protocolario y libros y lectores nos empezamos a ubicar en nuestros respectivos espacios, dispuestos a leer y ser leídos. El ambiente se sentía sereno, las voces se percibían a lo lejos, no atronadoras, sino sosegadas, tranquilas. Algunos aplausos, algunas risas, se sentían en los alrededores al tiempo que se iban leyendo esas páginas.
Faltando 10 minutos para las 11:00 am, nos llegó el turno a los libros previstos para esa hora, así que me dirigí a mi cubículo, con mi tinto, mi agua y mi Tablet llena de historias, y comencé a temblar como hoja al viento, me puse nervioso, así que tuve que hacer algunos ejercicios de respiración para desacelerar mi corazón. Estoy acostumbrado a hablar en público, pero esta experiencia en muchos sentidos fue muy novedosa para mí, de ahí la emoción y la subida de adrenalina de esos momentos previos. A mi lugar llegaron 5 adultos y cuatro estudiantes de un grupo más nutrido que ese día se encontraban visitando la biblioteca. Nos saludamos, y a las 11:10 comenzamos la actividad.
¿Qué les puedo decir? fue maravilloso. Sentir a esas personas escuchando ávidamente mis relatos, poder responder sus preguntas, salidas de lo espontáneo: ¿por qué escribes? ¿Qué te motiva? ¿leer aumenta la inteligencia? ¿Qué lees? ¿Qué piensas de los comentarios de los demás?
Fue sumamente significativo para mi poder hacer parte de esta iniciativa. En algún momento de la charla, les decía a mis lectores que mi afán de escribir no versa siquiera en hacerme famoso o conseguir dinero, sino en mi deseo interior de poder expresar lo que siento, que es lo que realmente hago cada vez que me enfrasco en esta aventura de plasmar en palabras lo que ronda mi cabeza. Los comentarios de los participantes fueron muy positivos, y las historias leídas le llegaron a su interior con diferente intensidad.
Ojalá se den más espacios como estos, ojalá más personas puedan contar sus historias, ser leídas por otros tantos. Ha sido una de mis mejores experiencias y me siento muy feliz de haber sido parte de ella.
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