De cómo se siente ser leído. (2)
Saludos itinerantes, espero que se encuentren muy bien.
El año pasado, les conté acerca de una actividad sumamente especial, que se llevó a cabo en la Biblioteca Central Carlos Gaviria de la U de A, en el marco de la celebración de la semana del idioma, por lo que los invito a recordar dicha experiencia en mi historia De cómo se siente ser leído.
Hace unas semanas, nuevamente fui invitado a hacer parte de esta bella iniciativa, situación por la que me siento muy honrado. La actividad se adelantó en el marco de la celebración de los 90 años del sistema de Bibliotecas de la U de A y se llevó a cabo en una carpa emplazada en la plazoleta Barrientos, al frente de la Biblioteca Central, donde cada libro contó con un pequeño espacio para tres lectores.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar no podían ser más propicias. Nos cobijó una mañana radiante, y se respiraba un ambiente de mucha tranquilidad. Cuando hicimos nuestro arribo a la universidad en compañía de Doris, vimos que, en los bajos de la biblioteca, estaban iniciando sus actividades algunas librerías invitadas a la Feria del Libro, una de las muchas actividades programadas en el marco de tan importante celebración.
Siete Libros Humanos fuimos invitados en esta oportunidad y desde las 9:30 am, empezamos a hacer nuestro arribo para recibir las instrucciones de rigor y poder llevar a cabo la actividad de la mejor manera.
Faltando cinco minutos para las 10 de la mañana, nos desplazamos a nuestros lugares, mientras que la presentadora del evento motivaba a los transeúntes a que se acercaran a esta grata experiencia.
La actividad estaba pensada para que los libros hiciéramos nuestros relatos y posterior a ello, se interactuara con algunas preguntas por parte de los lectores. Luego de la lectura, mis atentas escuchas preguntaron algunos detalles adicionales sobre la historia que les acababa de leer y una de ellas me preguntó que cuál era el tema más recurrente en mis escritos.
Entonces les referí lo que ya en otros momentos les he contado a ustedes, que mis historias obedecen más a ese elemento de inspiración, sea una imagen, un recuerdo, un comentario, una anécdota personal, ya que yo escribo de lo que he vivido y voy viviendo y que por eso en el blog se encuentran tantos temas diversos, lo que me permite ser muy versátil a la hora de plasmar mis pensamientos. También salió a colación en la charla cuál ha sido el tema más difícil de escribir, cosa que llevó a que les refiriera una de las historias, para mí, más personales, Astrid
Antes de iniciar la lectura, presenté excusas anticipadas por si de pronto se me “chocolateaban” los ojos,
dada la fuerza de lo que relato en ese escrito. No lloré, pero si en un par de momentos, se me alcanzó a quebrar la voz, y algún par de ojos adicionales, mostraron un brillo propio motivado por la emoción.
Cumplimos con el itinerario y a las 10:32 am, terminamos el encuentro, y nuevamente los libros, nos desplazamos al interior de la biblioteca, donde nos ofrecieron un refrigerio, un recordatorio y una mención de participación, además de los agradecimientos por parte del personal encargado de la actividad y la directora del Sistema de Bibliotecas, Doris Henao.
Una vez más, gracias a Dios, a la vida, por darme la oportunidad de contar estas sencillas experiencias y una vez más, gracias al Sistema de Bibliotecas de la U de A, su directora y equipo de trabajo por abrir estos espacios de convivencia con la literatura que permiten cultivar experiencias nuevas y maravillosas.
Hasta la próxima.
!Que lindo! Leo que hermosa experiencia. Felicidades
ResponderEliminarA mi se me volvieron a chocolatear los ojos recordando la historia de Astrid... me alegra mucho que hayas tenido esta oportunidad y sobre todo, me alegra mucho por las personas que tuvieron la oportunidad de escucharte leer.
ResponderEliminarGracias mil por tus palabras
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