Cosas de ayer que pueden ser de hoy

Imagen tomada de https://acortar.link/5R8363


    Saludos a todos, espero que se encuentren muy bien. Les cuento que ando en recuperación debido a un fuerte resfriado que me tomó en sus brazos, por fortuna voy bien.

    La historia que les comparto no la había publicado en el blog hasta ahora, me sucedió en febrero del 2022 y la publiqué inicialmente en Facebook, con eso en mente, se las comparto con mucho cariño.

  Les ha pasado que a veces un recuerdo les desemboca en una serie mucho más grande de recuerdos y evocaciones. Esta semana me pasó algo así, y no quise pasarlo por alto, de ahí que lo quiera compartir con ustedes.

   En catalizador de esta historia, fue la película Blade, cazador de vampiros del año 1998, protagonizada por Wesley Snipes, misma que estuve viendo la semana pasada. Pues resulta que, tal vez un domingo de octubre de ese 1998, llegamos con mi entonces esposa Astrid a casa de misa y nos disponíamos a preparar el almuerzo, con tan mala suerte que, al estar ella manipulando la estufa, dio la casualidad de que la abracé y en ese preciso instante, nos dio un corrientazo la estufa. En ese tiempo, teníamos una estufa a gas con horno eléctrico y la misma mantenía conectada a su tomacorriente.

   Sobra decir que el enojo de mi esposa fue enorme y una de esas situaciones en donde buscamos a quien culpar, así que quien termino de llevar la peor parte fui yo porque me culpó de lo acontecido, a todas luces siendo yo inocente de toda culpa, ¿Quién en su sano juicio se quiere encalambrar con la corriente eléctrica?

   Como resultado de la operación, nos disgustamos, salí de casa, azoté la puerta y ni corto ni perezoso me fui al centro, siendo mi primera parada el Éxito de San Antonio donde fui a comprar un tapete plástico para aislar la zona donde se ubicaba la estufa. Acto seguido, me fui a comer arroz chino y rematé faena con un programa doble de películas en el entonces Teatro Ópera, el que quedaba por los lados del Parque de Bolívar aquí en Medellín. Una de esas películas fue precisamente Blade, de la otra por más que he intentado, no he logrado recordar cuál fue.

    Finalizada la función, tipo 6:00 o 6:30 pm, compré algo para llevar de comer como ofrenda de paz y me encaminé de nuevo a mi hogar. Cuál sería mi asombro cuando introduje la llave y la puerta no abrió: “Juemadre, me cambiaron la chapa, me echaron de la casa” fue mi primer pensamiento. Al instante, Astrid desde dentro, accionó la chapa auxiliar y me abrió la puerta: “La puerta se reventó” y efectivamente, a la altura de la chapa principal, una soldadura del marco se había reventado y por ende, la chapa no estaba funcionando, así sería el golpe que le metí.

   En completo silencio, ingresé en la casa, me dirigí a la cocina y extendí el tapete plástico que había comprado: “Esto es para que no nos coja la corriente”, le dije a Astrid. Debo decir que la encontré muy triste y preocupada, incluso había estado llamando a algunos de nuestros amigos comunes indagando por mi paradero. 

  En ese tiempo, nada de celulares todavía en nuestras vidas, así que la comunicación se hacía por teléfono fijo. Fue un momento incómodo la verdad, porque literalmente por una bobada, se desató todo un enojo. Nos presentamos mutuamente las respectivas disculpas, nos perdonamos y consumimos la ofrenda de paz que había llevado, creo que fue pollo asado.

    De esa experiencia, quedaron varias enseñanzas 1) Nunca azotar la puerta para evitar daños en las mismas, 2) A partir de ese momento, desconectar la estufa eléctrica y conectarla solo cuando se vaya a usar, ya sea la parrilla o el horno 3) siempre ver más allá de las situaciones que pueden generar conflictos y buscar la mejor manera de solucionarlos y 4) hacer siempre, siempre lo posible para no ir a dormir disgustado.

   La moraleja de toda esta historia es que como personas siempre vamos a estar expuestos a tener disgustos con quienes nos rodean, lo que se requiere entonces es buscar la mejor manera de evitarlos o hacer lo posible para que las consecuencias no sean tan negativas. 

  Todos tenemos diferentes formas de reaccionar ante las situaciones y por más que queramos, siempre nos vamos a ver expuestos a factores que nos alteran, de hecho, cada uno de nosotros puede llegar a generar esos factores de disgusto, ya que no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo.

   Creo que ya lo he mencionado en algún momento. La convivencia no siempre resulta fácil, pero es algo que vale la pena vivir y sacar el mejor partido. No se ustedes, pero yo en lo particular agradezco mucho el tener a mi lado alguien con quien compartir mi vida y no me tomen a mal, sé que hay personas que se sienten a gustos viviendo solas, eso está bien si les funciona, pero para mí, ha sido muy importante la convivencia y en un poco más de 20 año que llevo de relación con mi esposa Doris, creo que las cosas nos han funcionado bastante bien.

   Como en toda relación, hemos tenido nuestras diferencias, y hasta ahora, hemos salido adelante, gracias principalmente a que procuramos siempre solucionar las cosas hablando, por lo que llevamos una relación muy estrecha cimentada en el amor, el respeto y la escucha, a eso agréguenle una buena dosis de risas y los resultados son maravillosos.

     Baste decir también aquí que, a partir de esa anécdota vivida con mi primera esposa, las cosas mejoraron muchísimo y tuvimos un buen matrimonio hasta el momento en que ella partió. 

    Y a ustedes ¿Qué les ha acontecido en materia de enojos con los demás? ¿han logrado limar las asperezas? No olviden darle me gusta y dejar sus comentarios. Un abrazo y hasta la próxima.

Comentarios

  1. Es cierto Martín, que a veces enojarse por algo que no vale la pena, es la puerta de entrada para otras situaciones que alimentan más esa emoción dificil de procesar... con el tiempo es algo que he aprendido, siempre me pregunto antes de enojarme por algo, ¿realmente vale la pena o se puede resolver de otra manera y evitar luego heridas en doble vía difíciles de olvidar?, esta pregunta me ha llevado a descartar un 90% de peleas innecesarias. El enojo y la manifestación de desagrado frente a algo es necesario para establecer límites sanos, pero no siempre es la medida para todo tipo de situaciones.

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