Plumas S. A.

 



    Hoy en la mañana, nos encontramos a la pequeña ave que aparece en la foto, en las inmediaciones de la estación Itagüí del metro. 

    Lo primero que me llamó la atención, fue la ausencia de una de sus patas, por lo que sus desplazamientos en tierra eran dando saltos. Seguidamente, su color negro brillante, sus ojos amarillos y su canto, aunque de esto último fue mas bien poco lo que emitió.

   Estábamos comiendo alguna vianda con Doris y, no se por qué, le quise compartir de la papa rellena que yo estaba consumiendo. Huelga decir que, aparte de ese pájaro y varios de sus hermanos, había también muchas palomas, pendientes de cuanta migaja caía al piso.

  Enseguida me simpatizó Patasola, comió sin remilgos lo que le ofrecí, a diferencia de las palomas que le hicieron el feo a la papa, pero no dudaron en lanzarse voraces a una carne molida que les convidó un comensal, y que hacía parte del relleno de la empanada que estaba degustando, lo que me lleva a preguntar ¿sí a un pájaro le dan pollo, eso se considera pollinalismo? (la palabra no existe, pero síganme la corriente).

    En casa, hemos tenido nuestra propia dosis de historias con aves, pollos y gallinas mayoritariamente, así que espero no herir susceptibilidades con estas historias, en lo personal me encanta el pollo, y mucho.

    Si mal no estoy, el primer pollo que hubo en casa de mis padres, se llamó Helbert, el cual comenzó siendo un pollito pintado, que eran muy comunes en la plaza de mercado en Fontibón, y fue obsequio para mi hermana menor, Clarita, siendo ella muy pequeña, aunque las intenciones de mi padre eran otras.

    Entonces se inició la crianza, maicito, arrocito, agüita, pero el pollo nada que se criaba, llegó a un punto en que no siguió el avance esperado en cuanto a talla y porte, y tal vez a los 5 o 6 meses, terminó acompañado de papas, yuca y arroz.

   Tiempo después le llegó el turno a la gallina Josefina y un hermanito del cual no guardo el nombre, misma historia de crianza, pero esta vez con mejores resultados, ya que los ejemplares en cuestión se criaron bastante bien, y terminaron acompañando una opípara cena familiar, en donde mi hermano Marco se vio en la tarea de darles el destino final a las aves , además de ser muy fuerte ver llorar a mi hermana mientras se comía un suculento muslo. 

    Sofi también tuvo su pollo, Pinki Dinky Du, a instancias de la profe de su guardería,  que había avisado que esos pollitos iban a ser para el día de la familia. El grupo de infantes era de 15, y cada uno recibió su pollito, pero al final, se alcanzaron a criar tal vez siete, incluido el de casa. Y también fue algo complejo ver alguna que otra lágrima cuando se hizo el combite de las familias, por fortuna sin mayores inconvenientes.

    Otra historia con un final diferente fue la que protagonizó una gallina, propiedad de mi tío Julio (q. e. p. d), algunos años después de haber terminado la sociedad que compartía con mi otro tío, Alberto, y mi padre, Martín. No la conocí en persona, pero si me aseguraron que el animalito en cuestión, llegó al hogar e inmediatamente hizo una gran conexión con mi tío, lo seguía a todas partes, se dormía en el puesto donde el trabajaba, y a medida que pasaba el tiempo, su porte iba creciendo impresionantemente, causando miradas de mandíbula desencajada entre mis primos, que hacían ingentes esfuerzos para convencer al padre de convertir esa bella ave en un suculento plato, cosa que no llegó a suceder y el animalito partió a mejor vida por causas naturales.

    La cría de animales para consumo es tan vieja como la misma historia de la humanidad, hacen parte de la dieta de una gran mayoría de la población y no son extraños los movimientos o las tendencias que buscan frenar estas prácticas, cosa que puede resultar bastante compleja, dados los hábitos alimenticios de las personas. Mi modesta opinión, si no quieres proteína animal no la consumas, pero no por eso estés menospreciando a los que lo hacemos, cambiar mentalidades de un día para otro no es tarea fácil.

    Y ustedes, ¿Tienen alguna historia de este talante? ¿Eso ha sido complejo para ustedes o les ha generado sentimientos encontrados? Espero sus comentarios. No leemos en la próxima.


Comentarios

  1. Martín Martín ....gracias por antojarnis de comer pollo plato rápido de desvare en casa .
    Y mejor aún nombrar a fontibon .
    Espero l a próxima catarsis ...😁

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    1. Me alegra recordar mi barrio, fueron muchos años los que pasé por sus calles

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  2. Ay Martín, tantos recuerdos de la niñez con esta situación... yo también tuve uno de color que me gané en el centro por sacar una pelotita blanca... nené era su nombre, dormía conmigo, jugaba conmigo, mantenía conmigo todo el tiempo, en mis vacaciones tenía como tres meses y me lo llevé para donde mis abuelos (14 horas de viaje por carretera), pero mi abuelo me tenía de regalo un conejo, entonces me tocó decidir con cuál de los dos regresar a casa y por no "despreciar" a mi abuelo, dejé a mi nené en la finca donde me prometieron que lo iban a cuidar de todo mal y peligro, siempre llamaba a preguntar por él y me decían cosas bonitas... hasta que después de unos meses me dijeron que se murió de lo gordito que estaba y les había tocado enterrarlo (obviamente se lo comieron y de eso me enteré mucho después cuando mis primos me contaron la verdad). Mi alma se partió en dos, porque nunca lo vi como comida, lo vi como un ser vivo sintiente, creo que es de las cosas más crueles que uno como niño vive. Todavía lo recuerdo con mucho cariño y lamento haberlo dejado. Respecto al conejo, lo pisó un caballo al frente de mi casa, como una semana después de que llegamos.

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  3. Lamento escuchar ese triste desenlace, pero creo que eso también es parte del proceso de la vida, aunque no resulte fácil. A lo largo de los años me he encontrado con personas que simplemente no pueden vivir sin animales de compañía, pese a las tristeza que su partida puede generar. Encuentran en ellos un apoyo emocional muy grande, y de hecho, los admiro mucho, porque pueden sortear esos dolores, no porque cambien un animal por otro, sino porque ven en cada nuevo ser una nueva oportunidad de departir

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