Por partida doble
En estos días, recibí una llamada algo extraña. Me contactaron de algún centro médico, de donde me estaban informando que me había hecho acreedor, a una consulta de revisión, ya que soy parte de los pacientes del sistema de régimen contributivo de salud.
La finalidad de dicho examen era la de hacer una valoración completa de mi estado general. Frente a ese postulado, le referí a mi interlocutor que no hace mucho salí de mis controles periódicos y que los mismos habían sido muy buenos, a lo que me dijo que el examen al que estaba haciendo mención era una “resonancia magnética cuántica”, examen que era capaz de revisar 35 condiciones diferentes, además de un chequeo exhaustivo de todos mis órganos.
En
honor a la verdad, al escuchar la palabra cuántica, me sentí un poco
desacomodado y opté por desechar la invitación, toda vez que no soy muy dado a
ese tipo de “regalos”. Y solo después de que colgué la llamada me cuestioné
cómo carajos habían obtenido mi número de contacto, cosa que da mucho qué
pensar.
Me
puse a mirar entonces algo sobre el tema y me encontré esto:
“El
término "resonancia magnética cuántica" a menudo se utiliza en
relación con dispositivos que se promocionan como analizadores de salud o
sistemas de biofeedback que pretenden utilizar la física cuántica para detectar
y tratar enfermedades, pero no tienen respaldo científico. La
"resonancia magnética cuántica" es un término que se utiliza para
referirse a dispositivos no probados que pretenden utilizar la física cuántica
para la salud, sin evidencia científica que respalde sus afirmaciones. (Visión
general creada por IA desde el navegador Crome)
Sin
lugar a duda, hay más cosas en el inmenso mar de la información respecto a este
tema, pero aquí no pretendo sumergirme en esas aguas. Baste decir que, en cuestiones
de salud, suelo ser más conservador y acudo a la medicina convencional, aunque
hace unos años tuve un coqueteo con la acupuntura que, dicho sea de paso, me
resultó muy benéfico en esa oportunidad. Y también me acerqué a las mieses de
la sobandería, ya les voy a contar.
Traigo a cuento esta historia, porque la semana pasada les conté que andaba presentando un cuadro gripal muy fuerte, el cual ha ido evolucionando bastante bien y ya me encuentro prácticamente curado, con lo que puedo decir, dicho sea de paso, que por lo general he tenido una buena salud. Pero como no hay felicidad completa, el domingo en la tarde, bajando la escalera que comunica al segundo con el primer piso en casa, tuve un traspiés, lo que dio como resultado una fortísima lesión del tobillo derecho, el cual decora el encabezado de esta historia. Y por esas cosas de la vida, desde que tengo uso de memoria, he sido muy dado a ese tipo de lesiones, que también se intercalan en presentarse en cada pie, este año fue el derecho. La lesión siempre es la misma: esguince, y el tratamiento, hielo, calor, linimento, antiinflamatorio, vendaje y reposo, así que aparte del dolor y el “madrazo” inicial, aquí estoy, bastante recuperado también de esa dolencia.
Cuando
era niño, tuve una memorable “tronchadora”, que era la forma a la que nos
referíamos en Bogotá a ese tipo de lesiones. La cosa tomó un cariz muy doloroso
y después de dos días, tendría yo unos 12 años, mi papá decidió llevarme a
donde un amigo suyo, apodado “la dolorosa”, de profesión sobandero. Llegados y
hechos los saludos de rigor, pidió ver el pie, me sentó en una silla y apoyó al
afectado en un pequeño taburete y comenzó un suave masajeo para lo cual me
embadurnó con una pomada caliente. Los comentarios iban y venías, se especulaba
del futbol, del próximo campeonato de tejo, de los amigos de los cuales no se
sabía nada, y en el momento menos esperado, un crujido seco me dejó sin
aliento. Estaba tan metido en la conversación que no me di cuenta cuando "la dolorosa" reacomodó mi pie en su articulación. Les cuento que escribo esto y se me
alcanza a poner la piel de gallina, el dolor inicial fue impresionante, pero la
mejoría fue casi inmediata. Se supone que debía ir a otros dos sobijos. Nunca
volví. Tal vez tuve otro encuentro con otro sobandero, pero de eso ya también
ha pasado mucho tiempo y me atrevería a decir que es un arte que se está
olvidando.
Así
las cosas, salí de la gripa y caí en el tobillo, espero que sea el fin de las
incomodidades.
Ciertamente
no son pocos los sistemas de salud que existen a lo largo del mundo: la
medicina ayurvédica, las medicinas ancestrales, la medicina tradicional china,
la homeopatía, y la ya mencionada convencional o de occidente, por mencionar
solo algunas, cada una con sus más y con sus menos. Lo importante con esto, es
tomar decisiones claras y debidamente instruidas frente a los tratamientos y no
ponerse a tontear por ahí con cosas que pueden ser un peligro para la salud.
Desconozco si esa llamada “resonancia cuántica” mencionada en líneas superiores
sirva de algo, pero en lo personal, prefiero lo conocido. Y a ustedes, ¿qué les ha pasado en materia de
salud? ¿tienen algún recuerdo de experiencias en ese tema? Bueno sería leerlos.
Un abrazo.
Glosario.
RAE
Sobandero, ra.
m y f. Col y Ven. Persona experta en dar masajes o fricciones con fines curativos
Diccionario de americanismos
Sobijo.
m. Pa, Co: C, N. Masaje de una parte del cuerpo con una sustancia o unguento.
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