Festejos anticipados
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Desde
ya hace muchos años, se ha venido prestando un fenómeno bastante particular en
la dinámica comercial de las ciudades y es el anuncio anticipado de las fiestas
decembrinas.
Recuerdo
que cuando era niño, la bulla navideña comenzaba tal vez a comienzos de
noviembre, y era usual escuchar en las emisoras aquel slogan “desde noviembre
se siente que viene diciembreeeee”.
Pero, por esas cosas raras de la vida, hoy
en día esos anuncios se inician desde el primero de septiembre, y entonces los
comercios se vuelcan a colgar adornos navideños, árboles, estrellas, muñecos de
nieve, renos, duendes, bolas, figuras para el pesebre, que se ven
entremezclados con los detalles de amor y amistad y los disfraces y adornos
para Halloween, creando toda una amalgama de contrastes, además de la consabida
música parrandera decembrina que empieza a sonar en multitud de emisoras.
No me lo tomen a mal, me gusta Navidad y a
mi esposa Doris sí que más, ella es una entusiasta de decorar la casa ya que le
encantan los colores, las figuritas, el árbol, el pesebre, y cuando se llega la
Novena de Aguinaldos, solemos hacerla en casa, así sea nosotros dos solitos.
Yo
me la tomo más por su sentido espiritual, por lo que representa para muchas
personas que celebran la venida del Hijo de Dios a la tierra y por el mensaje
de esperanza que esa fecha conlleva en favor de la vida en comunidad y
familiar. Me gusta porque muchas veces se convierte en punto de encuentro de
familias que de otra manera les es difícil verse, me gusta el dar y convidar
dentro de ese espíritu de unidad, máxime cuando va acompañado de buenas
intenciones.
En casa con Doris, no hemos sido muy dados
tampoco a viajar en esas fechas, dado que las actividades parroquiales se
acentúan mucho por esa época, siendo también una temporada alta, donde los
costos de los viajes se crecen enormemente. Así que usualmente nos quedamos en
casa, visitamos a nuestros familiares que viven cerca de nosotros y celebrando
en la intimidad, usualmente acompañando los actos litúrgicos que se dan con
motivo de estas festividades.
Así que para el momento de que estén
leyendo estas líneas ya ha pasado amor y amistad, y muchas personas se vienen
alistando para el receso de semana escolar, cosa que en mis años escolares no
existía, y hay quienes están calentando motores con todas las de la ley para
las fiestas de disfraces. Mientras, seguiremos con la música decembrina, las
ofertas de los almacenes de compre ahora y empiece a pagar en enero, los
almacenes atiborrados de adornos navideños que seguramente desaparecerán a
partir del 26 de diciembre y dormirán el sueño de los justos hasta el primero
de septiembre del próximo año.
Llegaremos a saber de mucha gente que se va a endeudar hasta la coronilla para celebrar por todo lo alto, para no desentonar con la festividad, dejando de lado su verdadera valía, como momento de reflexión, de vida en familia, y estar unidos no implica cosas materiales o cenas suntuosas. Conlleva más el departir en armonía, en alegría, en solidaridad y no solo con la familia, también con los amigos y si se puede, tendiendo una mano de generosidad a alguien que lo esté necesitando.
Faltan algunos meses para Navidad, pero bueno sería que procurásemos sentir ese espíritu navideño con algo más de frecuencia, ya que la generosidad y el amor debieran de ser constantes en la vida, con eso seguramente se podría aportar a la construcción de un mundo mejor. Un abrazo.
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