Recuerdos en ruedas

     

Tomado de openclipart.org/24476 

   Ayer, mientras íbamos con mi esposa hacer algunas compras, me vinieron a la mente algunos recuerdos suscitados en medios de transporte, así que ahí van.

 

Imagen tomada de https://acortar.link/4qxIHl
Hace ya muchos años en Bogotá, hubo un sistema de transporte que se movía con energía eléctrica, los trolis, unos buses enormes, antecesores o imitadores de los tranvías. No recorrían todas la vías, pero solía ser un buen servicio. El lío era cuando se iba la luz, porque quedaba uno varado en medio del recorrido. La empresa que los administraba se liquidó en 1991 y por ende, dejaron de funcionar.


Tomada de https://acortar.link/omN4Zt

Tomada de https://acortar.link/UapWj9

Tuvimos también buses coloridos, unos verdes, otros amarillos, que en algunos momentos pareciera que fueran a explotar, debido a que los choferes eran felices llenándolos a más no poder, como si de hora pico se tratara, donde se hicieron célebres las escenas de las personas que se subían por la puerta trasera y enviaban el importe del pasaje de mano en mano hasta el conductor, situación que a veces se prestaba para pérdidas de dinero. Fueron las épocas de la tristemente célebre guerra del centavo, verdaderas batallas en procura de captar la mayor cantidad de pasajeros, esas cosas asustaban bastante.    

Imagen tomada de https://acortar.link/QqzWt6

   En uno de esos buses amarillos, tuve mi primera experiencia de ingravidez. Recuerdo que íbamos con mi madre y mis hermanas, estando muy pequeños, a visitar a mi tía Gabriela y mis primos a Bosa, para lo cual ocupamos la banca final, acomodándome yo en la silla que quedaba sobre el pasillo central del bus, con tan mala suerte porque el bus en que íbamos pegó un frenazo monumental, lo que, respetando las leyes de la física, provocó mi expulsión de la silla, elevación y posterior caída al piso, con rasgadura de pantalón y peladura de rodilla adicional, fue un porrazo tremendo, me dolió bastante.

   Y aquí debo mencionar que provengo de esa generación que a los 12 años ya los papás lo despachaban a uno solo al centro a hacer mandados. No fueron pocas las veces que me tuve que aventurar en un bus de servicio urbano, literal, con el solo pasaje y algunas monedas de a peso para llamar por si de pronto pasaba algo. En una de esas salidas, regresando de Kennedy de donde mi tía Bernarda, tuve la mala fortuna de que me echaran los perros, baste decir que no fue ninguna bella dama. La persona en cuestión tuvo el descaro de seguirme hasta mi casa, en medio de preguntas demasiado atrevidas para un asustado infante.

   Y una última pero no menos memorable, fue un viaje por tierra que duró más de 20 horas, lo realicé entre Medellín - Caquetá por allá en 1995. Ese conductor entró por cuanto pueblo pudo, empacó de todo, gente, mercado, corotos. Por fortuna para mí, había decidido viajar tres días antes de finalizar mis vacaciones, así que tuve día y medio para reponerme de semejante odisea.

    Imagino que ustedes deben tener historias sobre ruedas ¿Cuál les viene a la mente? Recuerden comentar, compartir y suscribirse al blog, a ver si algún día logramos llegar a muchos más lectores para permitirles recordar muchas cosas. Un abrazo.


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