“Las aventuras de los profesores Doris y Martín” (3)
Saludos a todos, espero que se encuentren muy bien. La semana pasada no publiqué la letra, la musa de la inspiración andaba un poco distante de mí, seguramente ocupada con alguien más.
Hoy les traigo la conclusión de nuestra breve experiencia de campo, que pueden leer en Las aventuras de los profesores Doris y Martin (1) y (2)
Como recordarán, les conté algunos de los pormenores de tan interesante labor, el trabajo que demandan las actividades, todas las tareas que se deben cumplir, y eso que solo se trata de una cría de aves, traten de imaginar labores mas amplias como lecherías o cultivos de productos agrarios.
Doris tiene un pariente que posee un cultivo de tomates en invernadero, y el nos cuenta que ese trabajo es de domingo a domingo, pero cuando lo dice, se le ve el orgullo y el amor por su labor, porque menciona que el tomate es una mata muy agradecida, que crece con bastante regularidad y le produce el sustento necesario para el y su familia, pero debe estar al tanto de todo lo que eso conlleva: arar, desyerbar, fumigar, colectar, comercializar y un largo etcétera.
Y al lado de los tomates pone algunas otras plantas en menor escala, como cebolla larga, sin dejar de lado algunos aguacateros que tiene.
Esto era un comentario aparte. Retomando el relato anterior, no salimos muy bien librados que digamos en cuanto algunas pequeñas lesiones en el cuerpo como fueron las picaduras de mosquitos y algunos rayones causados por las ramas y la maleza. Tanto Doris como yo somos bastante dulces para esos bichitos y normalmente, cuando salimos de paseo a lugares con presencia de insectos, suelen darse un banquete con nuestras bellas humanidades.
Como les conté, nosotros habíamos ido en plan relax y nuestras ropas no eran las indicadas para laborar, tampoco nuestros zapatos, donde los míos se llevaron la peor parte como se aprecia en la foto de cabecera. Por fortuna, ese daño final se dio en el último día de estadía, horas antes de nuestro regreso, lo que conllevó a la adquisición de un nuevo par de tenis, que conseguí tipo bota de suela gruesa para que sirvan en todoterreno.
Pero más allá de las incomodidades, más allá de las picaduras o de la falta de ropas apropiadas, lo que nos llenó sobre manera fue poder compartir con nuestra amiga, ya que llevábamos mucho rato aplazando la salida por muchas circunstancias. Y hemos llegado a cuanto lugar se ha ido a vivir, primero con su esposo y luego cuando ella quedó sola a causa de su viudez, ya que la conocemos hace más de 20 años y siempre se porta muy bella con nosotros, como una segunda mamá.
Tanto Doris como yo, agradecemos mucho esta experiencia, que nos permite ver y valorar de otra forma la labor del campesino colombiano, tristemente muchas veces subvalorado y menospreciado por los gobiernos de turno, que no siempre son consecuentes con su labor y el papel fundamental que cumplen en la alimentación de todo un país. Ojalá sus condiciones mejores, ojalá los jóvenes campesinos no sigan yéndose de sus parcelas, ojalá los citadinos aprendamos el valor del campo, ojalá que los violentos dejen de instrumentalizarlos para la absurda guerra que se lleva luchando en el país hace décadas. Gran parte de nuestro futuro como nación está en el campo y es tiempo de que eso se valore en su justa medida, con programas, políticas claras, financiación adecuada sin intereses de usura, pero sobre todo, con admiración y respeto a ese grupo de personas que de sol a sol se someten a todas las exigencias que el agro conlleva. Vivan nuestros campesinos, pero que vivan en paz, en justicia, en derecho y en bienestar. Un abrazo.
Sí! Que vivan! en Paz, con dignidad y la tranquilidad para cultivar la tierra con amor y alegría;no con temor y tristeza <3
ResponderEliminarGracias mil
EliminarQue emoción mi amigo que nos compartas esta experiencia, porque el campo no se nos puede volver solo paisaje, hay que vivirlo para entender lo duro que es y lo tranquilo que se vive, más aún lo citadinos que vivimos en medio del ruido y el caos.
ResponderEliminarEs agradable compartir de lo que se aprende
EliminarQuerido amigo, me encantan tus lecturas porque mi mente recrea cada parte de tus relatos, es una forma de conocer, aprender y sobre todo valorar lugares tan maravillosos donde se puede conectar con la naturaleza, ver las maravillas de Dios y ratificar que la interacción con familia y amigos es aquella que dá sentido a nuestras vidas. Gracias por compartir.
ResponderEliminarA ti por leerme, un abrazo enorme
EliminarMartín y Doris muchas gracias por estas hermosas historias.
ResponderEliminarMe transportan a esos lugares a través de la imaginación.
Que gran regalo de la vida tener las vivencias en el campo.
Muchas gracias por compartir!
Marthica, esa es la gran magia de la lectura, que nos permite viajar sin necesidad e movernos de nuestra silla, gracias por leerme
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